"Soy la orilla de un vaso que corta, soy sangre"

domingo, 13 de septiembre de 2009

El Yo en la obra de Freud. Una pequeña investigación.

Esta investigación documental la realicé a propósito de una tarea que nos encargó la maestra Angélica Limón, de la materia "Psicoterapia" de noveno semestre, que actualmente curso.
Mi motivación principal fue refutar su teoría de que Freud dijo que el Yo aparece hasta los 4 o 5 años como producto del Complejo de Edipo. Esto fue lo que encontré:

El Yo se define como una red de neuronas [representaciones] que están constantemente investidas, que inhiben los procesos psíquicos primarios, y son el portador del reservorio requerido para la función secundaria [proceso psíquico secundario]. Freud, “Proyecto de Psicología”1895 (1950).

“Nos formamos así la imagen de una originaria investidura libidinal del Yo, cedida después a los objetos…” Introducción al narcisismo. Pág. 73.
“Es un supuesto necesario que no esté presente desde el comienzo en el individuo una unidad comparable al Yo, el Yo tiene que ser desarrollado. Ahora bien, las pulsiones autoeróticas son iniciales, primordiales, por tanto, algo tiene que agregarse al autoerotismo, una nueva acción psíquica, para que el narcisismo se constituya”. Introducción al narcisismo. Pág. 74.

“El Yo se encuentra originariamente, al comienzo de la vida anímica [psíquica], investido por pulsiones, y es en parte capaz de satisfacer sus pulsiones en sí mismo. Llamamos narcisismo a ese estado…”. Pulsiones y destinos de pulsión. Pág. 129

Con esto podemos leer, entender, que no hay vida psíquica sin un Yo. Que el Yo tenga niveles y desniveles, es otra cosa.

“En la medida en que es autoerótico, el Yo no necesita del mundo exterior, pero recibe de el objetos a consecuencia de las vivencias derivadas de las pulsiones de autoconservación del yo, y por tanto no puede menos que sentir por un tiempo como displacenteros ciertos estímulos pulsionales interiores”.
Pulsiones y destinos de pulsión. Pág. 130.

Aquí Freud explica en el que el yo del bebé hace la distinción entre el afuera y el adentro, mas bien, entre el yo y el no-yo [la nueva acción psíquica]. Pero no en función de la realidad objetiva, no nos confundamos, sino en función de lo que es placentero y displacentero (yo-realidad en función del yo-placer). “El pecho me satisface, entonces es mío, soy yo, me identifico con el. El pecho me frustra (hambre), entonces no es mío, no soy yo, es otro”, diría el bebé.

Con eso se entiende: hay un Yo en el momento en que hay vida psíquica, en el momento en que hay un No-Yo. Podemos hablar de un Yo: en la etapa oral, antes del primer año de vida.
Que sea un Yo rudimentario, si, que le falte constitución, si, pero ya hay ahí un Yo. Como decíamos mas arriba, cuando hablamos de un Yo, hablamos de niveles del Yo, de capas del Yo.


Nota: lo que está entre corchete son agregados mios.

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