"Soy la orilla de un vaso que corta, soy sangre"

lunes, 27 de diciembre de 2010

Soñar

Y cuando despertó, ella ya no se encontraba ahí...
Y cuando despertó, la noche había terminado, como
terminan todas esas noches donde en sueños
recorre mundos y ciudades a la cuales nunca
ha ido

Y cuando despertaste, te diste cuenta de que,
como en tus sueños, todo dura tan poco, es un
instante. Y de instantes vives, rememorándolos,
atesorándolos en tu memoria, pues es ahí donde se guardan,
incorruptibles.

El recuerdo de haber soñado unos labios cálidos y
unos ojos que reflejaban el vacío donde te perdiste
alguna vez. El recuerdo de haber soñado unas manos tibias y
el cálido aliento en el gélido viento: es eso, un recuerdo.

Pero cuando despertaste, el instante onírico se quedó contigo.
Y recuerdas haber guardado silencio, pues las palabras vuelven
complicado lo simple. Reconoces el valor del silencio, porque cuando
las miradas enfermas de pasión se encontraron, no hubo lugar para la
palabra.

¿Dónde es ese lugar místico, donde los besos y las caricias no dejan
espacio a las palabras?

sábado, 18 de diciembre de 2010

Escribir

De madrugada es la mejor hora para escribir. Es cuando el día ha terminado, cuando juntas tus historias y tus experiencias, cuando haces el recuento de los daños. Es un tiempo particularmente solitario, tu sentado en la oscuridad frente al radioactivo brillo de una pantalla. El teclado te espera, anhela las yemas de tus dedos. Y dejas que todo fluya...

(¿como mantener cierto anonimato? ¿como escribir lo que uno siente, a fin de poderlo transmitir, manteniendo la discreción necesaria? mi amiga F. me diría : wey, tu escribe y nada mas, chingue su madre)

Han sido unas horas muy intensas. Son las horas de la ilusión, de las fantasías que alimentan el día a día, de esa cosa inmaterial, intangible, inmesurable, pero que la sentimos mas que a cualquier otra cosa, no por intensidad (aunque la mayor parte del tiempo si...), sino porque esta presente mas que cualquier otra cosa. Han sido horas de angustia, de expectación, de decepción, de alcohol, de rock and roll, de besos y caricias, de noches de luna y frio, de viajes por la cuidad vacía en la madrugada, de porticos lejos del mundo que habitas, de sueños tranquilos, de momentos de felicidad (de esa tranquila felicidad que pocas veces probamos), ¿de desilusión?



Lo mejor de escribir en la madrugada, es que cuando te despiertas a la mañana siguiente, tienes ganas de ver que es lo que dejaste plasmado en la radioactiva pantalla de tu computadora.

Caminar

Unas oscuras reminiscencias de pasados días me acosan recientemente. Es como si caminar solo durante la madrugada por las ahora desoladas calles de la cuidad ya no fuera suficiente para calmar mi espíritu inquieto. Recuerdos dolorosos y de los otros se despiertan de su letargo por el cálido aliento en que se convierte el frió aire de la noche. Y es que caminar es a veces tan difícil, y no mencionemos si quiera los momentos en los que hay que escoger entre varios caminos, y es que tu presencia no lo hace más fácil ¿verdad?

A veces las hojas secas de los árboles citadinos parece que tienen conciencia, una muy mala por cierto. Y caen a nuestro alrededor mecidas, arrulladas y arrastradas por ese viento frio que transporta un cálido aliento.

Y tus puños se cierran con coraje, y piensas: ¡Puta madre! ¿Por qué es que la noche me tiene que jugar tan pinches bromas? ¡Quisiera que por un instante las morales y las conciencias dejaran de existir, solo un instante, solo una noche!

Continúa la caminata. Solo durante la noche las calles son nuestras. Las 3 de la madrugada tiene su encanto, es una hora en la que solo los otros atormentados pobres diablos como nosotros salen a las calles a deambular su soledad, a pasear su aburrimiento y a orear su fastidio. Porque a las 3 de la mañana las manos se sienten tibias, es una hora fría, pero que transporta un cálido aliento.