"Soy la orilla de un vaso que corta, soy sangre"

sábado, 18 de diciembre de 2010

Caminar

Unas oscuras reminiscencias de pasados días me acosan recientemente. Es como si caminar solo durante la madrugada por las ahora desoladas calles de la cuidad ya no fuera suficiente para calmar mi espíritu inquieto. Recuerdos dolorosos y de los otros se despiertan de su letargo por el cálido aliento en que se convierte el frió aire de la noche. Y es que caminar es a veces tan difícil, y no mencionemos si quiera los momentos en los que hay que escoger entre varios caminos, y es que tu presencia no lo hace más fácil ¿verdad?

A veces las hojas secas de los árboles citadinos parece que tienen conciencia, una muy mala por cierto. Y caen a nuestro alrededor mecidas, arrulladas y arrastradas por ese viento frio que transporta un cálido aliento.

Y tus puños se cierran con coraje, y piensas: ¡Puta madre! ¿Por qué es que la noche me tiene que jugar tan pinches bromas? ¡Quisiera que por un instante las morales y las conciencias dejaran de existir, solo un instante, solo una noche!

Continúa la caminata. Solo durante la noche las calles son nuestras. Las 3 de la madrugada tiene su encanto, es una hora en la que solo los otros atormentados pobres diablos como nosotros salen a las calles a deambular su soledad, a pasear su aburrimiento y a orear su fastidio. Porque a las 3 de la mañana las manos se sienten tibias, es una hora fría, pero que transporta un cálido aliento.

No hay comentarios:

Publicar un comentario